lunes, 18 de junio de 2012

La Dama Blanca


Tan solo palabras. Tan solo sentimientos. Una canción. Una musa. Disfrutad del relato.


~~


Mantente en silencio. ¿Puedes oírla?, la Dama se acerca. Sus pies descalzos pintaran las calles de blanco. Cada roce de sus dedos provoca lo que todos temen. Te congela, te deja rendida a sus pies, sumida en un sueño del que te costara despertar, ya que pocos lo han logrado. Todos se resguardan en sus casas, tapian ventanas y puertas. Ilusos, La Dama puede adoptar la forma que a ella se le antoje. Puede ser la más pura nieve blanca y totalmente inmaculada o el gélido viento que te cala hasta los huesos. 


Ella juega, ríe y canta. Ese canto que te llevara a la perdición. Yo sigo escondida en mi refugio, bajo una manta y encajada entre una mesa y la pared. Oigo los gritos de la gente, que llenos de pánico huyen de ella, abandonan la aldea o bien se cobijan en sus casas. Tiemblo de miedo, apretó los ojos, los cierro, segura de que así todo a mí alrededor se solucionara, pero estoy equivocada. Me tapo los oídos, los gritos se hacen cada vez más fuertes, ella se acerca, pronto estará a mi lado. Nadie vendrá a defenderme, a ayudarme, vivo sola. ¿Qué esperabas? Me repito a mi misma, no tienes a nadie.


Una corriente de aire gélido se cuela bajo la puerta. Tiemblo de frío, mis dientes castañean. Agarro con fuerza el pequeño cuchillo que yace a mi lado en el suelo. Con mi mano libre, apretó la sabana con fuerza, dañando mis propios dedos. Grito, cuando la puerta es derribada y cae al suelo sin ninguna facilidad. Mis labios se abren, temblorosos susurran el nombre, el nombre que la gente ha ido transmitiendo de generación en generación todos estos largos años. 


-La Dama...-susurre. 


Mi voz temblaba, en realidad todo mi cuerpo lo hacia. Frente a mi se erguía una mujer alta, delgada y esbelta. Sus cabellos ondulados y largos caían en cascada por su espalda, hombros y pecho. Estos eran blancos y cuando la luz incidía sobre ellos, los tornaba transparentes. Mi cuerpo entonces se paralizo, dejo de temblar por completo. Me ha atrapado con sus ojos, me dije a mi misma en lo más profundo de mi mente, me tiene a su merced. Yo no podía dejar de mirarlos ni un instante. Tenían un color antinatural, eran pálidos, un azul grisáceo casi transparente. Profundos como el Mar Circasiano. Gélidos como la Antártida. Misteriosos como el manto de la oscura noche. 


-Humana…-susurro suavemente. Su voz era calmada, fina, suave, tan intocable como el propio viento gélido que traía con ella. 


¡La Dama me había hablado! ¡¿Por qué no me atacaba?! ¡¿Por qué no me ordenaba estar a su merced?! ¿Sus ojos me habían capturado, no? ¡¿Entonces, que demonios pasaba?! Sin pensarlo, aun a sabiendas de lo poco que serviría aquello ante ella, alce mi cuchillo y la amenace con el. En esos instantes no había una persona en el mundo más patética que yo. Quería hacerme la valiente, defenderme de ella, cuando se podía apreciar como mi mano temblaba. 


-No has huido como los demás, te admiro por eso-articulo ella. 


-¿Qué quieres de mi?-pregunte. 


-¿Qué puedes darme que me interese, Lina?-sugirió. 


-¿Cómo sabes mi nombre?


-Oh, yo lo se todo sobre vosotros los humanos, pero al contrario vosotros sabéis muy poco de mi-contesto.


-Llevamos años temiéndote, eso es lo único que se-respondí. 


-Nunca tuvisteis el porque temerme, Lina. No soy una amenaza. 


-Lo congelas todo-respondí-¿eso no es nada para ti?


-Lina, yo soy el invierno personificado.


-No te creo-negué con la cabeza. 


-Haz lo que quieras. Me has plantado cara, pero dime ¿Quién te creerá cuando digas que me has visto?-articulo ella alzando una ceja. 


-¡Me creerán!-brame. 


-¿Estas segura? Lina no te mientas a ti misma y sobretodo no intentes engañarme, te dije que lo se todo sobre vosotros. Se que no tienes a nadie, que quedaste huérfana desde bien niña y que desde entonces te has cuidado tu sola. 


-¡Cállate!-grite-¡no sabes nada!


-Te estoy dando la oportunidad de venir conmigo Lina.


-¿Por qué quieres que vaya contigo?


-¿Qué porque? Bueno, me resultas interesante-contesto.


-¡¿Te crees que soy una especie de experimento?!-le grite agitando el cuchillo. Aun lo tenia apuntando a su garganta-¡no dejare que me utilices!


-Lina, tu no eres así, te conozco-articulo.


-¡No me conoces, no sabes como soy!-exclame.


-Se que te gusta leer hasta tarde, que si pudieras huirías de esta aldea y irías a las tierras del Sur, que te gustaría ser capitanía de un barco, que navegarías por todos lo mares, buscando respuesta a lo inexplicable. Llevas sola tu vida tan bien como puedes, pero sabes tan bien como yo que eso es un peso demasiado fuerte para una persona de tu edad. Te gustaría sentir la calidez de un cuerpo todas las noches, que te abrazase con fuerza, que te protegiera y que te dijera que todo ira bien. Pero luego despiertas del sueño Lina y lloras. 


-¿Cómo lo has….?-comencé, pero la Dama me corto. 


-Te lo he dicho, lo se todo. 


-¿Qué día nací?-le pregunte.


-El doce de Agosto de 1993. 


-¿Cuál es mi nombre completo?


-Elina Raquel Fuentes Román-contesto la Dama. 


-¿Mis padres, como se llamaban?-pregunte. 


-Lucas Fuentes Díaz y María Jesús Román Hernández. 


-¿Ha esto es a lo que te dedicas? ¿Vigilas a los humanos? ¿No tienes nada mejor que hacer en tu tiempo libre?-pregunte. 


-Cuando no aparezco por estas tierras, o duermo profundamente u os observo, siempre me gustaron los humanos-sonrío. 


Arqueé una ceja, ¿de verdad estaba hablando enserio? Había pasado los primeros dieciocho años de mi vida temiendo a la Dama y ahora ella estaba frente a mí intentando mantener una conversación estable y decente. ¡Quien lo iba a decir! Lentamente baje el cuchillo, yo misma me asombre de esto. ¡¿Qué demonios estaba haciendo?! Algo me estaba controlado, me asegure a mi misma, y tarde bastante en aceptar que baje el cuchillo por voluntad propia. 


La Dama llevo acabo un suave movimiento. Fue deslizando su brazo fuera de su traje, despacio con lentitud. Era como si no pudiese moverse de otra forma que no fuese esa, como si sus movimientos al ser más rápidos pudieran dañarla o en cualquier caso hacer que se rompiera en mil pedazos. La Dama parecía tan frágil. 


Y entonces ella me tendió su brazo. Blanquecino, extendido hacia a mi, con la palma de la mano abierta. Me miraba mientras una amplia y extraña sonrisa se extendía como un dibujo por toda su cara. Mi mano, salio de debajo de la sabana con la cual me había estado cubriendo hasta ahora y tomo la suya. El contacto me hizo estremecer, estaba fría, congelada, como si la sangre no corriera por sus venas. ¡En que estaba pensando, ella no era humana!


Me levante con su ayuda. Ella tiro de mi brazo y yo pose todo mi peso en el brazo, para que fuese más fácil levantarme. Seguía sonriendo, mirándome fijamente. Yo sentía algo que nunca antes había sentido, no sabia bien si era miedo, alegría, curiosidad… , nada por mucho que trataba de ponerle nombre a ese sentimiento no podía. Salí de casa con ella y avance de su mano entra la nieve, a lo profundo de la montaña a lo más alto, mientras la gente del pueblo me observaba atenta. Ellos nunca me importaron, yo nunca les importaría, iría con la Dama. 


Y me hice eterna y etérea a su lado. Nunca envejecí, nunca volví a pasar hambre, ni sed, ni sueño. Me entrego su testigo y yo me convertí en la Dama blanca. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario